The Strokes se volvió el Guns N’ Roses millenial

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Hace un mes después del Festival Coordenada fui a cenar con unos amigos. En el puesto de comida nos topamos con un montón de señores que venían del concierto de Guns N’ Roses en el Estadio Jalisco. A oídas escuchamos toda su plática sobre la presentación de Axl Rose y compañía: “Ya el Axl no es lo que solía ser, ya está bien ‘botarga’” “No estuvo mal, si valió la pena ¿no?”, “Nada que ver con la vez que se presentaron en el ‘93”, “Chingue a su madre, a mí sí me gusto”.

                A manera de broma, mis amigos y yo nos pusimos a imaginar cómo sería cuando fuéramos a conciertos a los casi 50 y quién sería el Guns de nuestra generación, los millenials. Entre los candidatos estuvieron: Tame Impala, The Arctic Monkeys, Interpol, Franz Ferdinand, The Killers, Kings Of Leon y The Strokes (estimado chavorruco si se quiere ofender por considerar a estas bandas millenials, dese cuenta que el apogeo del grunge fue casi 25 años atrás y a principios de los 2000 su alma ya estaba atrapada en una oficina).

El Corona Capital nos dio un ganador

La primera señal de alerta debió ser la emoción que me provocó ver a los neoyorkinos como headliners del festival junto a Interpol, Franz Ferdinand, Billie Eilish, Keane, y Nick Murphy; todos ellos con material nuevo en los dos últimos años, a diferencia del hiato de casi siete años sin un álbum de estudio en forma por parte de Julian Casablancas y compañía.

La segunda señal debió ser el propio Julian Casablancas, quien no solo ya tiene una finta de haberse comido todas las donas y pizzas que dejó intactas Axl Rose, sino que para esta edición del Corona también agendó su proyecto personal: The Voidz. Más allá de discutir la relevancia musical de un grupo que solemos escuchar como placebo cuando no podemos tener a The Strokes en forma, es algo contraproducente cerrar un festival de esta magnitud y pretender estar al cien por ciento para volver a presentarte menos de 24 horas después.

Cuando les llegó el momento de cerrar la jornada de sábado en el escenario principal, los miedos se disiparon por un momento cuando temas como Heart in a Cage y You Only Lice Once sonaron. Aunque el abortagado Casablancas se veía lento al lado de un mejor conservado (irónicamente) Albert Hammond Jr., interpretó sin problemas otros hitos de la banda The Modern Age, Under Control, Hard to Explain y Reptilia.

Conforme transcurrió la presentación, The Strokes no dejó fuera nada que no formara parte su arsenal mayor: Someday, Is This It,  Juicebox y The Last Night (las tres últimas en encore) hicieron acto de presencia. Al final el saldo, pese a los veinte minutos faltantes previstos en el horario, fue de 18 temas.

¿Realmente hubo una deuda por parte The Strokes?

Aunque el número de canciones es normal para el estándar de festivales y no faltaron los clásicos; es comprensible la molestia del público en el Autódromo Hermanos Rodríguez, si consideramos  joyas en vivo que nos han dejado Foo Fighters, Robbie Williams, The Killers  y Jack White contra la lluvia. El sábado suele ser encabezado por showmen experimentados y el gordibueno Julian dejó una impresión incluso de estar en sintonía con Felipe Calderón en un acto de Margarita Zavala. La molestia no mermó al ver a Casablancas al día siguiente más bonachón y vivo en la presentación de The Voidz. ¿Será The Strokes solo el cochinito del cantante y su corazón su proyecto personal?

                Al final, con un par de amigos me encontré haciendo los mismos comentarios que ese grupo de cuarentones en una taquería: “Ya el Julian no es lo que solía ser, ya está bien botarga”, “Se pasó de lanza”, “No está tan mal ¿o sí?” (Esta última frase dicha con la convicción de quien bebe un envase de leche el día de su caducidad).

                La moraleja de esto es que no el tiempo no perdona ni a rockstars ni a fanáticos y que hay que aprender a vivir con ello de la manera más digna, o dicho de otra manera: cuando me encuentre en una taquería con otros cuarentones de aquí a 15 años después del concierto de The Strokes en el Estadio Jalisco, si nos llegamos a topar con un grupo de chavales que vienen de un festival de inteligencias artificiales no binarias que hacen trap, en lugar de escucharme decir: “Nada que ver con la vez que se presentaron en el Corona Capital en el 2019”, espero ser el sujeto alivianado que dijo sin pena: “Chingue a su madre, a mí sí me gustó”.

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